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Liderando en tiempos del COVID-19
Autor Invitado: Juan Ignacio Guaita
Estaba en casa con la familia revolucionada por una conexión del colegio que se había perdido, mi esposa en una reunión virtual por su lado y yo en otra, mientras tenía el almuerzo en el horno.
Una imagen que vivimos mucho y en muchos casos seguimos y seguiremos viviendo por un rato más. Esto NO es un nuevo normal. Estoy convencido que habrá una síntesis a esta hipótesis de trabajo virtual con la antítesis de esta revolución presente.
¿Cómo seguimos liderando equipos en estos tiempos de COVID? Mi respuesta simple: como siempre. Esto es solo un nuevo desafío y oportunidad para ejercer liderazgo y acompañar el proceso. La verdadera pregunta no es QUÉ dejará el COVID sino QUÉ SIGNIFICA para nosotros, cómo lo percibimos.
La intención de este artículo es conocer la importancia que tienen las emociones en nuestro desempeño y cómo podemos modelarlas, para afectar nuestro desempeño y el de los otros sobre los que influimos.
Nuestro desempeño es el resultado de las acciones que tomamos todos los días.
Actuamos en función de cómo nos sentimos. Si manejamos la emoción, conducimos las acciones y por tanto logramos mejor desempeño es la lógica subyacente en Spencer y Spencer[1]. Otro pensador verde dijo: el miedo lleva al enojo, el enojo al odio y el odio al lado oscuro. Este es el camino de los sentimientos que producen acciones. La sabiduría está en todos lados…
Imaginemos cuando no estamos trabajando y nos proponemos hacer aquello que más nos gusta como tocar la guitarra, jugar al futbol, explicar algo a un hijo, etc. Esas cosas que amamos hacer son las que nos causan placer y sentimos haber logrado algo significativo cuando terminamos de hacerlas. El orgullo de haber logrado ese resultado. Ese sentimiento es el más poderoso que tenemos para influenciarnos. Cuando hacemos algo motivados es difícil que salga mal y más cuando estamos entrenados para esa tarea.
Los hechos o circunstancias en las que hacemos las tareas pueden afectar la forma en la que se ejecutan o las herramientas que se usan. Nuestro desempeño depende de las emociones.
El COVID o mejor dicho la situación de vida y trabajo devenida del COVID es un hecho, una circunstancia. La pregunta relevante es cómo vivimos ese hecho, como nos afecta, qué sentimos sobre eso. Todos terminamos encerrados en nuestras casas. Algunos solos y extrañando la compañía de algún familiar o amigo. Otros en familia y a punto de cometer un crimen sobre algún miembro díscolo!! El mismo evento produce diferentes sentimientos.
Los sentimientos determinan las emociones que sentimos. Las emociones afectan las acciones y estas nuestro desempeño. Por lo tanto, debemos enfocarnos en el sentimiento! Hablemos de sentimientos con nuestra gente (y con nosotros mismos).
El COVID es una amenaza y como tal respondemos a estas con las reacciones más básicas de miedo. Todos sentimos miedo ante algo y reaccionamos de la forma en la que nos salga. Esto no está mal o bien, es nuestro estilo y solo tenemos que entender el mecanismo detrás de eso para poder manejarlo.
Una técnica que se usa mucho en los acompañamientos (coaching) es la de escribir lo que sentimos. De esa manera nos obligamos a ordenar y focalizar en cuál es o qué parte de evento nos afecta y de qué manera nos sentimos en relación con eso.
El objetivo es reemplazar una emoción por otra.
No tiene que ser mejor sino simplemente diferente. Con esto ya estamos influenciando proactivamente en la acción que tomemos como reacción al evento. Agregamos racionalidad a esa reacción y no pura respuesta mecánica.
Cuando comenzamos a discutir sobre las nuevas generaciones es inevitable escuchar a gente de nuestra edad, cualquiera sea esta, quejarse de la otra edad menor o su estilo de reacción. En realidad, esto es una respuesta a lo que no es propio… pero no es malo. Soy generación X y como tal estoy enfocado en el resultado. La generación milenial está enfocada en el camino, en disfrutar ese proceso. Los envidio mucho!!!
De esto podemos aprender muchas cosas. La principal, creo yo, es la del potencial que existe en celebrar el camino y no el resultado. Si celebro el resultado estoy respondiendo a la necesidad de confirmación de un genX. Si llegas y lo hiciste bien sos un campeón, pero si no habrá reprimenda. Convertimos ese evento en una incertidumbre binaria, éxito o fracaso.
Enfocarnos en el camino, en el logro intermedio y en el proceso nos permite reducir la incertidumbre sobre el resultado final. Menos incertidumbre implica más felicidad en ese proceso, en ese viaje hacia el destino. El destino es un momento sólo del tiempo mientras que el camino es mucho más largo y duradero en nuestras vidas. Estar felices con el camino nos predispone positivamente durante mucho más tiempo. Alguien más feliz rinde mejor. Entonces, simplemente, celebremos el camino, pasemos de la mentalidad X a la Milenial en nuestro estilo de liderazgo.
Yo vengo de áreas de servicio dónde hay feedbacks proactivos y negativos ante los errores, pero rara vez positivos ante los aciertos… Mantener la luz encendida es algo que damos por sentado, el día que se corta reclamamos con enojo por lo que no podemos hacer sin ella. En este tipo de escenario se genera la cultura de no tomar riesgos. Si tomo riesgo puedo lograr un resultado positivo o negativo. Si es positivo no habrá felicitación, la luz seguirá encendida como siempre. Si en cambio es negativo tendré un problema. Este es el peor enemigo de la innovación, el cambio y la mejora. Apoyar el camino y la toma de riesgos razonables es la manera de construir mejor futuro y abrir a la oportunidad de hacer cosas diferentes.
Creer que se puede es la condición necesaria para obtener el resultado. Si creemos en nosotros abrimos la posibilidad del éxito. Esto no es condición suficiente ciertamente, pero partir de la negatividad seguro condicionará al fracaso.
Tenemos que motivar la actitud para crecer. Ayudar a otros a creer en ellos mismos.
La condición necesaria es la actitud positiva. La suficiente será la potencialidad. Cuando damos una devolución negativa estamos afectando negativamente el potencial de esa persona. Seamos conscientes de este punto. Habrá veces que será necesario para corregir un problema o mejorar un desempeño, pero no ser cautos al hacerlo puede terminar en peores resultados.
Una consecuencia inmediata del COVID es la incertidumbre sobre el futuro. ¿Qué nos dejará en términos de economía o nuevas dinámicas laborales? La incertidumbre produce ansiedad y ésta, a su vez, miedo.
Reducir la incertidumbre no es inventar un posible resultado. Nadie tiene seguridad de qué vendrá. La especulación apunta más a escenarios complicados. No es necesario mentir y pintar un futuro brillante. Para reducir la ansiedad solo es necesario contar y compartir las expectativas, sean buenas o malas.
Finalmente, nuestro rol como líderes es crítico en estos tiempos. Seamos conscientes de los sentimientos de nuestra gente. Ayudemoslos a ganar nuevas perspectivas manejando los sentimientos. Cambiemos la tendencia de festejar exclusivamente el resultado. Creemos el ambiente para la innovación.
[1] Spencer, L.M. y Spencer, S.M. (1993). Competence at Work, New York, John Wiley and Sons.
Acerca del Autor: Juan Ignacio Guaita
Juan Ignacio es Licenciado en Economía de la UBA, cuenta con un postgrado en Business Administration de la Massey University (New Zealand) y es Profesor Adjunto de Estadística para Administradores de la Facultad de Ciencias Económicas (UBA). Es experto en Centro de Servicios Compartidos, habiendo prestado servicios globalmente para Accenture, una compañía con más de 500k empleados en 56 países. Actualmente lidera la operación de Payroll para Latinoamérica y el proyecto de transformación global de Payroll para la firma.
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